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Honor mal entendido

Hermano Pablo | Reverendo

Era la noche del 23 de diciembre de 2005, la víspera de lo que debiera haber sido �Nochebuena� en la aldea de Gago Mandi en la provincia oriental de Punjab en Pakistán. A Rehmat Bibi, esposa del obrero Nazir Ahmed de 40 años de edad, la despertó un grito. Al abrir los ojos, vio algo indescriptible: �su esposo acababa de taparle la boca a su hija Muqadas, de 25 años, y estaba cortándole el cuello con un machete! Acto seguido, Bibi observó horrorizada cómo su esposo mataba del mismo modo a sus otras tres hijas -Bano, de 8 años; Sumaira, de 7; y Humaira, de 4.

�Yo estaba temblando de miedo; no sabía cómo salvar a mis hijas -relató Bibi, posteriormente, entre sollozos-. Le rogué a mi esposo que no las matara, pero él dijo: "�Si haces el menor ruido, te mato!"�

Por su parte, Ahmed, que no fue arrestado hasta la mañana siguiente, no mostró ninguna señal de arrepentimiento. Por el contrario, declaró que mató a su hijastra Muqadas porque ella había cometido adulterio. En cuanto a sus propias hijas, dijo: �Yo pensé que las niñas harían lo mismo que había hecho su hermana mayor, así que debían ser eliminadas.� Y añadió: �Nosotros somos pobres, y no tenemos nada más que salvar que nuestro honor.�

Ahmed había creído, sin necesidad de pruebas, la acusación de adulterio de parte del esposo de Muqadas, mientras que los que conocían el caso alegaban que la pobre mujer había huido de su esposo porque él la había maltratado y la había obligado a trabajar en una fábrica haciendo ladrillos. Lo cierto es que el tal adúltero no apareció.

Muqadas era la hija que le había dado a Bibi su primer esposo, hermano de Ahmed, que había muerto hacía 14 años. Ahmed se había casado con la viuda de su hermano, como se acostumbra en la tradición musulmana.

�Qué triste que en esa tradición no se siga la enseñanza de San Pedro! Con eso nada más, se hubiera evitado semejante tragedia. Pues el venerado apóstol, luego de decirles a las mujeres que se sometan a sus esposos, les dice a los hombres que sean considerados con sus esposas, tratándolas con honor y con la delicadeza que les hace falta. Y en cuanto a sus relaciones con los demás, les dice que sean compasivos y humildes, y que no devuelvan mal por mal, sino que busquen la paz y la sigan. De lo contrario, será en vano que eleven a Dios sus oraciones.



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