"Abre, Señor, nuestros corazones para que escuchemos atentamente las palabras de tu Hijo".
Esta plegaria conserva su vigencia, al igual que siguen moviéndonos a la reflexión Marta y María, y lo que Cristo les dijo a ellas y acerca de ellas. Hoy deseo muy especialmente pronunciar esta plegaria pensando en todos los que ahora y a lo largo del verano (a lo largo de las vacaciones) están gozando de su descanso.
Descansar significa dejar las ocupaciones cotidianas, alejarse de las cuitas normales de cada jornada, de cada semana, de todo el año.
Dejar y alejarse de todo lo que, en principio, podría simbolizar "Marta". Es importante que el descanso no sea andar de vacío, que no esté vacío (en tal caso, no sería un auténtico descanso). Es importante, por el contrario, que el descanso se llene con el encuentro.
Estoy pensando, concretamente, en el encuentro con la naturaleza, con la montaña, con el mar y con los bosques. El hombre en contacto consciente con la naturaleza recupera la quietud y la calma interior. Pero el descanso no se agota en esta dimensión. Hay que llenarlo además de un contenido nuevo, con el contenido que simboliza "María". María significa el encuentro con Cristo, el encuentro con Dios. Significa abrir la mirada interior a la palabra de su verdad, y esto corresponde especialmente a los muchachos y muchachas que, exonerados de sus tareas escolares y universitarias, se dedican a viajar en este tiempo, conocen otros mundos y otras gentes o participan en colonias y campamentos veraniegos.
Sé también que para algunos de ellos el tiempo de vacaciones de verano es al mismo tiempo un período dedicado a un encuentro especial con el Señor en comunidades fraternas, que congregan a muchos jóvenes de su edad. � Cuán preciosas resultan entonces las vacaciones !