Cuando miré las montañas llenas de neblina a pesar de ser mediodía, y sentí frío del "aire acondicionado natural", me alegró de haber decidido ir una semana a ese hermoso lugar. Muchas veces he pasado por Volcán en los últimos cuarenta y tantos años, pero nunca me quedé toda una semana.
Lo primero que noté fue que no hay semáforos y menos los angustiosos tranques de la ciudad.
Era una delicia deslizar el auto, sin el estrés de las calles inundadas de vehículos en la capital.
El aire es distinto al de la llamada "ciudad mágica de Panamá", porque no hay contaminación.
Muchas casas muestran jardines llenos de flores de variados colores, lo que alegra la mirada.
La gente es sencilla y trabajadora. No es de extrañar ver a una hermosa fula manejando con pericia un rudo pick up.
Tal vez algunos piensen que sale muy caro visitar esa parte de las hermosas tierras altas de Chiriquí.
Están equivocados. Hay alojamiento para todos los gustos y posibilidades. Desde el lujoso hotel de cinco estrellas, hasta la habitación de menos de veinte dólares, con todas las comodidades y limpia.
De la comida no se preocupe. Puede desayunar con medio balboa y almorzar con un dólar y medio.
Si quiere darse el lujo de comerse ese pescado finísimo llamado "trucha", que crían en la región, no tiene que endeudarse.
Lo puede conseguir en menos de diez balboas el plato. Y le aseguro que es una "delicateseen" que mucha gente no aprovecha.
Si Panamá es un país bendito por Dios, Chiriquí es la provincia que más se benefició con esa bendición.
Usted puede escaparse del sofocante calor de David y estar "en medio de las nubes" de Boquete, Volcán o Cerro Punta, en menos de dos horas.
Puede usted caminar por Volcán sin miedo a que lo asalten los malandros o la atropelle un chiquillo irresponsable.
Incluso la gente lo saluda al pasar a su lado.
De ese lugar puede ir a Cerro Punta y ver el sitio donde se producen los mejores vegetales y verduras de Panamá.
También se puede dirigir a la frontera y pisar suelo de Costa Rica y comprar sus famosos confites de chocolate.
La belleza de sus fincas y montañas me hizo sentir orgulloso de ser panameño (�meto!)
