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Cuando el submarino se hunde

Hermano Pablo | Reverendo

Llevaba allí 49 años, descansando sobre blandas arenas, recostado sobre un flanco en medio del silencio y de la oscuridad. Dentro de él estaban los cuerpos de 50 marinos alemanes: la tripulación completa.

�Qué era? Un submarino alemán de 80 metros de eslora, identificado como U-1226. Fue hundido en acción de guerra frente a las costas del Canadá, y fue descubierto casi medio siglo después.

El submarino debió haber sufrido uno de los tantos dramas del mar que en su caso se tradujo en tragedia. Navegando frente a la costa atlántica del Canadá, fue cañoneado en octubre de 1944. Se hundió lenta e irremisiblemente, transformándose en la sepultura de sus 50 tripulantes. Pronto lo rodearon el silencio, la oscuridad y la eterna calma del fondo de los mares.

Fue un final trágico para esos 50 hombres. No hubo forma de salvarse. Eran prisioneros dentro del casco de acero que terminó siendo su sepultura.

�Qué hace uno cuando, aunque no se encuentre dentro de un submarino hundido, de todos modos se encuentra dentro de una situación adversa que parece tragárselo vivo? Ve uno, poco a poco, hundirse su vida en el mar de la desesperación, y no hay nada que puede hacer para detener el naufragio. �A quién acude? �Hay alguna solución?

Probablemente la mayoría de nuestras adversidades tienen una causa humana y, por lo tanto, una solución humana. Gran parte del tiempo somos nosotros mismos los que provocamos nuestras tragedias. Volviendo sobre nuestros pasos podemos, muchas veces, hallar dónde y cómo comenzó nuestro mal. Y si en humildad nos despojamos de toda rebeldía y pedimos perdón a quien hemos ofendido, allí queda resuelto nuestro problema.

Sin embargo, otras veces parece no haber solución. Todas las puertas están cerradas y no hay escape. Es en esos momentos y para esas situaciones que tenemos que deponer nuestro orgullo y confesarle a Dios nuestra inhabilidad.

Humillémonos ante nuestro Creador. Dios nos ama. �l sólo espera escuchar nuestra oración. Digámosle: �Señor, te necesito. �Ayúdame, por favor!� De hacerlo así, �l nos rescatará.




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