Siempre dispuestas a ayudar, a brindar cariño, puntuales y muy organizadas; así son las Damas Voluntarias del Hospital del Niño.
Para este grupo de mujeres, en su mayoría de la tercera edad, trabajar como voluntarias es la labor más efectiva, el tiempo mejor empleado y la satisfacción más grande; sobre todo, cuando se recibe por pago la alegría reflejada en un rostro o la sonrisa en los labios de un niño agradecido.
El objetivo de la Asociación es brindar amor, ayuda y consuelo a los niños y sus familiares, que son atendidos en este hospital.
Además de brindarles apoyo con equipos médicos, medicamentos, alimentos y mejoras físicas para la adecuada atención de los pacientes, explicó Marta de Alvarez, una cubana que tiene 43 años de dedicarse a esta admirable labor.
VOLUNTARIAS
Entre el grupo de Damas Voluntarias está Virginia, una maestra jubilada que se ha dedicado por muchos años a mantener actualizados a los niños. Ella les ayuda a ponerse al día con sus tareas, les enseña a leer, contar, sumar, restar, entre otros conocimientos.
Guadalupe: "Lupita" como le dicen de cariño, tiene 72 años y es la guardiana del depósito de víveres. Ella es la encargada de administrar las donaciones de ropa, comida y artículos de aseo personal.
El batallón dobla gazas: este grupo es un verdadero crisol de razas, allí podrán encontrar españolas, argentinas, nicarag�enses, panameñas..
Inés, podríamos decir que es una de las damas protocolo; siempre está organizando reuniones, cenas y diversos eventos sociales para recaudar fondos en beneficio de los niños.
A�OS DE EXPERIENCIA
Julia de Alguero y Marta de Alvarez tienen 43 años de pertenecer a las Damas Voluntarias. Ambas recuerdan que ingresaron a esta asociación cuando en el año de 1963 tomaron un cursillo de cristiandad y una amiga las invitó a formar parte del grupo. "En ese entonces ingresamos 12 muchachas y por una u otra razón se tuvieron que retirar, y de ese grupo sólo quedamos nosotras dos", comenta Julia de Alguero, quien llegó hace muchos años de su natal Inglaterra.
July, como la llaman de cariño en el Hospital del Niño, es una mujer que siempre fue dedicada a su familia y a administrar un negocio familiar. Fuerte como un roble, nos comenta que a su edad come de todo y no es amante de estar tomando medicamentos. "El secreto está en mantenerse siempre activo, y el trabajo voluntario es una de las mejores terapias para lograrlo".
EJEMPLAR
Admirada y respetada por el resto de sus compañeras, Marta de Alvarez, se dedica a brindarle unas palabras de aliento a los padres y familiares de los pacientes del Hospital del Niño.
Aunque comenzó haciendo gazas, Martita asegura que ese no era su fuerte; ella prefiere repartir café y tratar de que ese padre por un instante olvide su pena. "En el tercer piso tenemos niños de tres o cuatro años con cáncer, una enfermedad que sólo era de viejos y ahora resulta que ellos la padecen, es por ello que me dedico a atender a los padres", comenta esta cubana de nacimiento, pero de corazón panameña.
Orgullosa de sus 92 años, comenta de una forma muy jocosa: "En 1914 fue la inauguración del Canal de Panamá, fue la Primera Guerra Mundial y en Cuba, un 22 de mayo nació Martita de Alvarez".
Mantenerme activa y no sentarme en una silla a tejer o a criar nietos (costumbre de muchos abuelos), han sido las razones que a mis 92 años me sienta muy bien, comentó Marta de Alvarez.