Cada mediodía se hace insoportable circular por las diferentes avenidas de la capital de la República, debido a manifestantes que cierran el paso vehicular a ciencia y paciencia del resto de los panameños. Si bien es cierto que se reconoce el derecho a la protesta, tampoco se puede afectar a terceros.
Ayer fue el caso de los empleados administrativos de la Caja de Seguro Social, que no reconocen los acuerdos pactados con la administración por algunos de sus dirigentes. Mañana será otro el propósito del bloqueo de calles. En fin ya el país lleva cerca de 10 días en esta situación.
Para colmo de males, varias vías se encuentran semibloqueadas por los trabajos de reparación contratados por el Ministerio de Obras Públicas a empresas privadas, que se demoran una eternidad en terminar esas obras.
El panameño que se ve en la obligación de salir a las calles para realizar una diligencia, debe gastar tiempo y gasolina a causa del cierre de vías, a lo que hay que sumarle la irritación que le produce a cualquiera permanecer dos y tres horas en un tranque vehicular.
Las autoridades deben garantizar el libre tránsito. Cuando alguien intenta bloquear una avenida debe instársele a reabrir. No promulgamos por la represión de manifestantes, sino al diálogo respetuoso, que los dirigentes de todo movimiento deben aceptar.
El respeto y la tolerancia son elementos claves en toda democracia. No podemos abusar, porque entonces caemos en la anarquía, donde cada quien hace lo que le de la gana.