Las personas pierden el sentido del humor a medida que envejecen. Dicho de otra forma, la cantidad de carcajadas que pueda provocar un chiste es inversamente proporcional a la edad de los que lo han oído.
Según los investigadores de la Universidad de Washington, esto se debe a que los adultos mayores tienen cada vez menos flexibilidad cognitiva, menos razonamiento abstracto y menos memoria inmediata.