El sistema electoral panameño tiene deudas pendientes con la ciudadanía al permitir una serie de canonjías que hacen posible que algunos políticos se perpetúen indefinidamente en cargos públicos logrados por medio del voto popular.
�Cómo podrá un aspirante por primera vez a una candidatura enfrentarse a la maquinaria publicitaria y de captación del voto que ostentan sempiternos diputados con dinero obtenido de las arcas públicas?
También es un acto de nepotismo a la vista de todos el hecho de que un candidato escoja a un familiar suyo para que sea su suplente, en no pocos casos allegado hasta en el primer grado de consaguinidad.
�Qué ejemplo de transparencia, a la hora de tomar decisiones, puede dar a sus electores un diputado que escogió para suplente a su hijo, su tío o su hermano? Esta práctica hace honor a uno de los dichos más comunes de la cultura del juega vivo que dice "todo queda en casa", y que corroe hasta los tuétanos a la sociedad.
Son ese tipo de actuaciones las que han llevado a la institución legislativa al más bajo nivel de credibilidad ante la opinión pública.
Tampoco entiende la población la costumbre del ejecutivo de ubicar en puestos de ministros y entidades autónomas a diputados, como si en el país y en los partidos no existieran otras mentes capaces. �Dónde queda la tan cacareada separación de poderes?
La prueba más fehaciente de semejante disparate es la de un señor apellido Arosemena, quien siendo legislador alternó su función con las de vicepresidente de la república y director de una entidad dedicada al cuidado de los recursos hídricos.