El mundo entero ha sido estremecido por la tragedia de la desaparición en el océano Atlántico del vuelo 447 de Air France, con 228 personas a bordo.
El avión Airbus A330-200 desapareció del radar pocas horas después de haber despegado de Río de Janeiro. Fueron pocas y muy breves las señales llegadas a los controladores aéreos de que el vuelo tenía problemas.
Se trata de una situación especialmente difícil para los familiares de los 216 pasajeros y los 12 tripulantes. La mayoría de los accidentes aéreos ocurren cerca de las pistas de aterrizaje, o al menos caen sobre tierra. Pero dado que el vuelo 447 se precipitó al mar a gran velocidad, no solo las posibilidades de hallar sobrevivientes son prácticamente nulas, sino que tampoco es probable que se recuperen los cuerpos de sus seres queridos.
Sobre este desastre está envuelto aún un velo de misterio que sólo podrá ser removido cuando los equipos de rescate ubiquen la caja negra del avión, que debe estar en algún lugar en el fondo del Atlántico. Ya han sido ubicadas flotando restos de la nave, pero será extremadamente difícil ubicar esta pieza, que emitirá señales durante 30 días antes de apagarse. Con todo, las investigaciones podrían durar años, tomando en cuenta de que este modelo de aeronave es uno de los más adquiridos por las grandes aerolíneas, y todas querrán saber qué salio mal.
No no se trataba de una tripulación sin experiencia, y hasta ahora las posibles explicaciones que han sido puestas sobre la mesa no suenan muy conviencentes. Se dijo que un rayo podría haber haber derribado a la nave, pero los aviones son golpeados por rayos casi rutinariamente.
A pesar de todo, el vuelo siendo la forma de transporte más segura. Aun así, la caída del vuelo 447 muestra que solo estamos de paso en este mundo. La lotería del destino puede sacar nuestro número en cualquier momento, sin importar el lugar ni las circunstancias.