Es bien sabido que la leche materna es el mejor alimento para los bebés recién nacidos, pues además de aportarle todos los nutrientes necesarios para su crecimiento, la lactancia materna favorece el contacto físico y la creación del vínculo de apego entre madre e hijo, fundamentales para su desarrollo físico y psicológico. Sin embargo, no siempre es posible y se debe recurrir a la lactancia artificial.
Esta forma de alimentación presenta también algunas ventajas frente a la lactancia materna, como una mayor libertad para la madre o la posibilidad de que otros miembros de la familia alimenten al bebé. Además, hoy en día, las leches de fórmula son de muy buena calidad, aunque todavía no imitan totalmente la leche materna.
Lo más importante es satisfacer las necesidades físicas y afectivas del bebé. La elección de la forma de alimentación del niño depende de los padres, que decidirán qué es lo más oportuno.
Además debemos mantener los biberones perfectamente esterilizados y protegidos, y tener mucho cuidado al momento de calentar la leche. Se debe esterilizar por lo menos 20 minutos con vapor para eliminar bacterias o gérmenes que puedan causar malestares en el bebé. En cuanto a la leche, no se debe calentar en el microondas, pues se corre el peligro de calentar unas áreas más que otras.
CAMBIO DE ALIMENTOS
La fecha exacta en la que debemos introducir otro tipo de alimentos a los bebés no está escrito en piedra, solamente debemos procurar introducirlos poco a poco, para observar si alguno no le sienta bien.
Si en la familia hay personas alérgicas, se debe evitar que el bebé tome demasiado pronto aquellos alimentos que producen alergia a sus familiares o con mayores probabilidades como son el pescado y el huevo.
Por lo general, se suele empezar dando al bebé cereales sin gluten (arroz y maíz) y después, sólo un alimento nuevo cada cierto tiempo, esperando dos o tres días antes de darle a probar otro nuevo.
Hasta los seis meses no se le deben dar alimentos con gluten, proteína que existe en algunos cereales (trigo, centeno, cebada, avena, mijo..), ya que en determinadas personas, puede producir alteraciones intestinales que se manifiestan por diarrea crónica, ganar poco peso, talla baja, anemia.. Esto se llama enfermedad celiaca y puede afectar a 1 de cada 1.500 niños.
PAPILLAS, AMIGAS DEL BEBE
Normalmente, a partir del quinto o sexto mes, el bebé empieza a comer papilla de frutas. La fruta aporta, sobre todo, hidratos de carbono (azúcares), vitaminas, minerales y fibra.
Esta toma no debe sustituir a una de leche por su bajo contenido en proteínas y calorías. De modo que se puede completar con un poco de leche materna o artificial.
A partir del sexto y séptimo mes se incorporan las verduras. Estas aportan carbohidratos complejos (almidón), vitaminas y minerales. Por sí solas contienen pocas calorías y proteínas, por lo que se debe dar además, leche.
A partir del séptimo y octavo mes, se puede introducir la carne (pollo, pavo, cordero, ternera y cerdo magro). La carne aporta muchas proteínas, vitaminas del grupo B y minerales importantes como el hierro.
A partir de los 8-10 meses, conviene introducir el pescado blanco en el puré de verduras. El huevo, por el riesgo de alergias es el último de los alimentos que se le da a probar.
PRECAUCIONES
Aunque las papillas comerciales son baratas, cómodas y de sabor agradable, tienen algunos inconvenientes; por ejemplo, los alimentos pasan por un proceso en el cual pierden gran parte de su vitaminas, suelen tener azúcar añadido y su sabor no se parece al de la fruta natural.
Por todo esto, es conveniente preparar en casa los alimentos en la medida de lo posible. Hay que cocer los alimentos en poca agua aprovechando los minerales que se van al caldo. Esta semana presentaron el nuevo "Baby Centro de Nutrición Oster, que mediante vapor cocina, procesa, esteriliza y calienta los alimentos, mientras recoge todos los nutrientes para luego ser utilizados.
ALGUNAS RECOMENDACIONES
- Los alimentos deben estar blandos, ser fáciles de tragar.
- Todo ha de estar muy bien cortado, ya que el bebé no sabe masticar y podría asfixiarse con ellos.
- Muchos bebés no toleran el zumo de naranja (puede irritar la piel y elevar el nivel ácido de las deposiciones).