La familia de Alberto Thorpe, asesinado de un disparo en la cabeza la madrugada del lunes en Calle Mariano Arosemena por un policía, señaló que esa noche el Cabo Segundo Juan Beitía estaba alcoholizado. La unidad no permitió que socorrieran a Thorpe y se dirigió ante la madre a entregarle el arma con la cual mató a su hijo y le pidió perdón, pero ella no lo aceptó y volvió a enfundarla.
La familia desmintió que Thorpe intentara desarmar al Cabo, de quien señalaron era reincidente en ese tipo de problemas en Juan Díaz, de donde fue trasladado.
Altos mandos de la Policía Nacional se reunieron el domingo y dieron una versión distinta a lo que sucedió, aseguró la familia.
Esa madrugada, Thorpe y su mujer discutieron, pero el policía se metió y cuando le pidió la cédula al civil, lo golpeó con el tolete sin razón justificada.
Cinthia Nuñez, la viuda de Thorpe, dijo que el Cabo se rió en su cara en tanto Oderina Thorpe, hermana del hoy occiso, seguró que aquella madruga la unidad disparó contra otras personas y luego rodeó el cadáver con el arma en la mano.
El Cabo segundo Juan Beitía pertenece a la Unidad de Control de Multitudes. Esa noche custodiaba con un agente el bar Chagos e intentó culpar al raso.
A Beitía no se le aplicó la prueba de alcoholemia, dijo Nuñez, y fue desalojado rápidamente por sus compañeros.
Thorpe era padre de tres niños, vivía con su mujer, era jugador del equipo de Perejil. No era pandillero, según sus familiares.
La PTJ investiga el hecho, dijo el inspector Wilfredo Hurtado, en tanto la versión de la Policía es que el joven le quiso quitar el arma al Cabo Beitía.
La familia pide justicia.