Cuando el pueblo panameño o sea las capas medidas y las clases populares se opusieron a las privatizaciones del IRHE e INTEL, los otros panameños enquistados en el CoNEP, SIP, APEDE, CAPAC, Cámara de Comercio, etc., aplaudieron la medida tomada por el gobierno del "Toro" Pérez Balladares.
En la actualidad con el alza del costo de la electricidad, son esos últimos grupos los que siguen aplaudiendo la privatización ya realizada y aupando otras privatizaciones, pero también ahora están al lado del pueblo mal asalariado y desempleado, pues el aumento del servicio eléctrico los está afectando.
Además estos neoliberales, defendiendo el derecho de propiedad privada de los medios de producción, se oponen a la intervención del Estado, que debiera limitarse a mantener el ejercicio de una verdadera competencia, eliminando los monopolios y oligopolios estatales y privados.
Pero en nuestro pequeño Panamá, se eliminó el monopolio estatal del IRHE para que solamente algunas compañías transnacionales privadas establecieran su monopolio, aunque más pequeño, pero monopolio al fin.
O sea la corriente económica liberal y de mercado, en el caso del IRHE no ha funcionado y mucho menos funcionará.
Pero hay otras cosas peores, esas teorías capitalistas y neoliberales que arguyen que el Estado no debe intervenir, aquí en Panamá sí aceptan que el Estado intervenga cuando a esos grupos de alto poder adquisitivo les conviene.
Ejemplo: Los 4.7 millones que cerca de 60 colegios particulares reciben del Estado con el fin, que la mayoría no cumplen, de proporcionar educación y favorecer con becas a estudiantes de escasos recursos.
Contratos que ha firmado el Estado donde les garantiza a esas empresas privadas una ganancia mínima anual.
En estos casos de intervención estatal sí es aceptada, pero para establecer un salario mínimo acorde con el alto costo de la vida.
Esos son nuestros empresarios panameños y extranjeros que en su gran mayoría piensan en explotar y esquilmar la fuerza laboral, para así acrecentar sus riquezas.
Ya es hora de poner fin a los experimentos ideológicos con un recurso y servicio tan vital como la electricidad.