La designación del fiscal especializado contra el crimen organizado, José Eduardo Ayú Prado Canals, como nuevo procurador general de la Nación, es una decisión correcta que envía un mensaje de tranquilidad a la comunidad, luego del escándalo por la infiltración del narcotráfico en el Ministerio Público.
Ayú Prado Canals, con sus más de 26 años de servicio, conoce el manejo interno de la institución y durante su carrera ha llevado casos sensitivos apegado al Derecho. Eso habla bien del trabajo que podría realizar al frente de una institución fundamental para la institucionalidad del país, como lo es la Procuraduría de la Nación.
El próximo procurador encuentra una institución resquebrajada por los constantes escándalos que ha enfrentado en los últimos años. El saliente, Giusseppe Bonissi, le puso la cereza en el pastel a esta situación, con una administración que empezó mal y terminó peor.
Recuperar la confianza perdida no será fácil. Ayú Prado Canals tendrá que trabajar duro junto al equipo de fiscales que lo acompañen en su misión hasta el 31 de diciembre del 2014. Su mejor herramienta debe ser la independencia, la objetividad y el respeto al debido proceso.
Esta es una fórmula constitucional de la cual nunca ningún procurador debió separarse. Cuando los ciudadanos pierden la confianza en sus instituciones, sobre todo en la justicia, puede degenerar en una situación peligrosa para el país. Una vez sea ratificado por la Asamblea Nacional, el nuevo procurador tendrá que borrar todas esas malas experiencias recientes.