La oleada de calor, los cortes de energía y la escasez de combustibles convirtieron en un infierno a Buenos Aires y su conurbano, donde viven unos 10 millones de personas.
Mientras se multiplican las recomendaciones de las autoridades para hacer frente a las altas temperaturas, que se espera que lleguen a los 36 grados, la gente se refugia en todo retazo de sombra a mano para sortear el agobiante calor que mantiene a la ciudad en "alerta roja".
El Servicio Meteorológico Nacional renovó ayer la medida para la capital argentina y sus alrededores por segundo día consecutivo a raíz de las altas temperaturas, que motivaron escenas totalmente contrarias a las que se viven por estos días en las heladas Europa y Estados Unidos.
El Gobierno de la provincia de Buenos Aires puso en "alerta" a los 77 hospitales públicos del mayor distrito del país para asistir a pacientes afectados por el calor.
"La ciudad de Buenos Aires, de 2.8 millones de habitantes, posee un promedio estival de 90 muertos por día pero, por ejemplo, durante la ola de calor de principios de 2001 se elevó a 250 muertos en un día solamente", advirtió el servicio meteorológico.
La ola de calor "multiplica por tres los fallecimientos", alertó a su vez el titular de la organización Red Solidaria, Juan Carr.
Sumado al calor agobiante, el fenómeno climático "La niña" ha causado sequía en vastas zonas de las provincias de Buenos Aires y La Pampa, en la más rica región agrícola de Argentina, uno de los mayores productores mundiales de granos.
Decenas de semáforos de la capital amanecieron hoy apagados, por lo que la Alcaldía solicitó "extrema precaución" para transitar por las calles, que de todos modos se ven congestionadas por variopintas marchas de protesta que ya se han hecho habituales.