Los organizadores del Abierto de Australia han decidido poner en marcha una serie de medidas contra la corrupción, que incluyen multas, prohibiciones, incluso penas de prisión, para cualquier jugador en la edición venidera del primer Grand Slam de la temporada.
A pesar de que no ha habido ninguna prueba evidente de actos ilícitos de este tipo, el deporte se ha llenado de rumores sobre la manipulación de encuentros. De hecho, algunos jugadores han reconocido públicamente haber sido tentados para formar parte en presuntos arreglos.
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