Lucas 3,10-18 "Estad siempre alegres en el Señorla alegría de los hijos de Dios"
Caminamos domingo a domingo en la espera de la venida del Señor. Y hoy es el domingo de la alegría. Este tercer domingo de adviento se podría sintetizar en las preguntas que lanza el pueblo y algunos publicanos a Jesús: "¿Qué debemos hacer?", y en la interrogante de los soldados: "Y nosotros, ¿qué tenemos que hacer?".
En los dos primeros domingos de advierto, hemos meditado sobre el anuncio y los caminos de la salvación. Hoy experimentamos el gozo de sentir en nosotros la acción de Dios, que se acerca, que se hace el encontradizo a los cristianos de nuestro tiempo, cristianos a quienes les hace falta sentir esta alegría y este gozo de ser hijos muy queridos y amados en el Hijo.
Anunciando al pueblo la Buena Noticia
La alegría cristiana debe ser extendida a todo el mundo mediante el anuncio de la paz, en la justicia y en la verdad, en la "Caridad y en la verdad". "¿Qué debemos hacer?", "¿qué tenemos que hacer?". Es el mismo Jesús quien da respuesta a los interrogantes antes mencionados: sean pobres y serán dichosos, he ahí la respuesta.
Funge la bienaventuranza de la pobreza. Sean justos, ser justos da felicidad: "No exijan más de lo que les está mandado" (v. 13), "no exijan dinero por la fuerza ni hagan denuncias falsas" (v. 14). Pues el cristiano tiene que saber que con su conducta expande el gozo de la salvación, el gozo de sentirse hijos en el Hijo, el gozo de ser nuevas criaturas.
Finalmente, las preguntas que le hacen a Jesús, tanto el pueblo, como los publicanos y los soldados, muestran el reconocimiento de la ignorancia frente al querer de esta ignorancia-ceguedad y nos abre los ojos para que seamos testigos y testimonio del anuncio del Reino y seamos los continuadores de su propuesta de vida: anuncien al pueblo la Buena Nueva.
Tomado de la Revista Vida Pastoral de la Sociedad de San Pablo Año 37 - N.° 136.