Mercosur sin soluciones económicas, ataca a Baltazar Garzón

Montevideo
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Los presidentes del Mercosur unieron el miércoles sus voces para criticar la detención del ex dictador chileno Augusto Pinochet, dejando en segundo plano los graves problemas comerciales que atraviesa la unión aduanera. Empresarios y analistas esperaban que la cumbre semestral del Mercosur en Montevideo aportara elementos para sacar al bloque de una recesión provocada por una súbita devaluación en Brasil y una serie de conflictos por medidas proteccionistas de Argentina. Avances para un crucial acuerdo automotor que tiene en vilo a una de las industrias más fuertes del bloque? Nada de eso. El presidente de Uruguay, Julio Sanguinetti, quien ejerce la presidencia temporaria del bloque, eligió --o tal vez no tuvo otro camino--, las declaraciones políticas. "Sufrimos (...) un inesperado escenario como fue la irrupción en nuestra vida institucional normal de una justicia de un país europeo que apareció adentro de la vida política de dos de nuestros estados", dijo Sanguinetti. El mandatario resumió así la posición del bloque --integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay y al que cual Bolivia y Chile están asociados-- contraria a juzgar militares acusados de violar los derechos humanos en terceros países. El juez español Baltasar Garzón logró la detención de Pinochet en Gran Bretaña hace más de un año, para tratar de extraditarlo y juzgarlo por crímenes de lesa humanidad durante los 17 años que gobernó Chile, entre 1973 y 1990. También cursó pedidos de detención contra casi un centenar de militares argentinos, acusándolos de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura castrense de ese país, de 1976 a 1983. La justicia española alteró "las reglas, normas y orientaciones políticas con la cual cada uno de esos estados ha arreglado su situación institucional y consolidado su proceso democrático", sostuvo Sanguinetti. Ante la acción de la justicia española, los gobiernos del Mercosur reaccionaron respaldando al gobierno chileno del presidente Eduardo Frei, negando la extraterritorialidad de las leyes, es decir que un ciudadano de un país sea juzgado en otro. "Esto también puso a prueba nuestra solidaridad política en el sentido de lo que significa el Mercosur, el reaseguro institucional que significa", añadió Sanguinetti en presencia de Frei y del resto de los mandatarios del bloque. De la última cumbre del año participan también el presidente argentino, Carlos Menem, el de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, el de Paraguay, Luis González Macchi y el presidente electo de Uruguay, Jorge Batlle.El mandatario de Bolivia, Hugo Bánzer, no asistió debido a las elecciones municipales de su país. En su discurso, Sanguinetti saludó especialmente a Frei y a Menem, quienes como él entregarán sus cargos entre diciembre y marzo a sucesores electos, destacando el mantenimiento de los respectivos regímenes democráticos. "Es muy difícil administrar un proceso de transición con las impaciencias de quienes han estado postergados y los temores de aquellos que se han ido alejando del poder que ejercieron", dijo el mandatario parafraseando un libro de su autoría denominado "Entre el temor y la impaciencia". En el ensayo, Sanguinetti, considerado uno de los artífices del reingreso de Uruguay a la democracia tras la dictadura que se extendió entre 1973 y 1985, se refiere a las dificultades de los gobiernos de transición con los reclamos de justicia por los crímenes cometidos en las dictaduras y las relaciones con las fuerzas armadas. Sanguinetti gobernó Uruguay entre 1985 y 1990.
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