Los más recientes resultados del Latinobarómetro no sorprenden a nadie. Esta encuesta regional arrojó que los panameños desconfían de los partidos políticos y de la justicia.
De mil personas entrevistadas, solo el 29% dijo que cree en los partidos políticos, el 34% en el Órgano Judicial y el 37% en el Legislativo. Los tres sectores cuestionados representan el pilar de la democracia de todo país.
Y si quedaba alguna duda del impacto de esta desconfianza en el sistema democrático panameño, el Latinobarómetro señala que la confianza en la institucionalidad cayó 7 décimas, con relación a la medición efectuada en el año 2009.
En una escala de 1 a 10, en la que 1 no es democrático y 10 totalmente democrático, los panameños calificaron con 7 la democracia. A pesar de que la calificación es buena, preocupa porque viene en bajada.
La crisis de credibilidad en las instituciones democráticas no es exclusiva de Panamá, toda la región la sufre. Es un caldo de cultivo en un área en donde la pobreza, la delincuencia, la marginación y la falta de oportunidades sociales crece a pasos agigantados.
La desconfianza que refleja el Latinobarómetro no es una simple cuestión de percepción, como seguramente tratarán de argumentar los políticos, es el resultado de años de desatinos, actos de corrupción y manipulación del sistema democrático. La clase política panameña debe tomar muy en serio estas campanadas de advertencia que le envía la sociedad.