Todavía en nuestro país hay personas que no creen en la inclusión. Los discapacitados tienen sus derechos contemplados en varias resoluciones de las Naciones Unidades. Los gobiernos deben velar porque se cumplan y castigar con severas penas a los que intenten violar conceptos que atentan contra la misma vida.
Los discapacitados no son bandera ni símbolos; son personas que exigen simplemente sus espacios y derechos. Hay que seguir promoviendo la toma de conciencia sobre la magnitud y la situación que viven miles de discapacitados, algunos en pobreza extrema, esperando que las autoridades sean más nobles con ellos.
Hay que ser más constantes y empujar para que los organismos de derechos humanos, defensorías y direcciones de discapacitados, sean más activos, más defensivos en este tema y que la fecha no sea una día más, sino un compromiso de vida.