En esta vida siempre hay alguien que está mejor y peor que nosotros. Vivimos en constantes "subes y bajas" emocionales y monetarios; y la única forma de echar para adelante es con trabajo duro. Lo que hoy no tenemos, podemos conseguirlo si nos lo prononemos y trabajamos por ello.
Hoy en día existen muchas personas que, en lugar de vivir de la alimentación, prefieren vivir de la envidia, un sentimiento que poco a poco los va carcomiendo por dentro. Lo peor es que las personas que padecen de ese mal, lo hacen como algo natural.
Es común observar en lugares de trabajo, incluso en los propios hogares, la envidia que se tiene el uno con el otro, ya sea por un objeto, profesión o cargo mejor que otro.
Por lo general, la persona envidiosa se caracteriza por una mirada despectiva, o una sonrisa "dizque de alegría", pero que a simple vista se le nota el desagrado por algo.
No se sabe con exactitud desde cuando surgió, lo cierto es que se ha introducido en el ser humano como algo tan normal que ya forma parte del diario vivir de todos. Lo peor es que no es sólo por un instante, sino que esa persona envidiosa busca compinche para "destruir" a la persona con mayor cizaña.
En cambio, habrá quienes la tienen por dentro, pero saben disimularla. ¡A dónde llegaremos!, ya no sabremos a quien contarle las cosas buenas que nos pasan, pues la envidia está invadiendo a todos.
La desventaja de estar al lado de un envidioso es que esa persona se alegrará siempre de tus males y se sentirá mal con el bienestar de cualquiera.
Ya es hora de que se vaya cambiando esa manera tan errada de ser, ya que si la tienes dentro de ti, poco a poco se te cerrarán la puertas del éxito.
En fin... tendemos a valorar en los demás aquello que a nosotros nos falta, pero casi nunca nos podemos a pensar en todo lo que tenemos.
Tenemos que cambiar esa envidia por sonrisas de alegría que expresen esa felicidad cuando nuestros amigos y compañeros ocupan nuevos cargos y nuevas posiciones dentro o fuera de la empresa donde laboran.