Humilde, luchadora, de baja estatura, pero con un corazón y una fe tan grande como su larga cabellera negra, así es Gabina Jordán, la madre de José Luis González, el niño símbolo de la Teletón 20-30, 2004.
La vida no ha sido nada fácil para esta mujer, oriunda del distrito de Soná, Provincia de Veraguas. A sus 39 años, está convencida que su inmensa fe en Dios la ha ayudado a salir adelante con la discapacidad de su hijo menor, José Luis.
Unida hace más de 20 años a Raúl Gerardo González, Gabina es madre de cinco hijos: Eva de 22 años, Gerardo de 20, Rony de 18, Kenia de 16 y José Luis, de 9.
Cuando José Luis nació le diagnosticaron Hemimelia Congénita, (ausencia de sus cuatro extremidades, manos y pies), recuerdo que ese día, en el momento, no tuve ningún tipo de reacción, sólo me encomendé a Dios y le pedí que así como me lo mandó con esa discapacidad, que me diera la solución y fuerzas para seguir adelante. Claro que sentí un poco de tristeza, pero nunca perdí la fe, porque siempre estoy con Dios, relató Gabina.
Desde que José Luis nació, todo cambió en la familia González-Jordán. Gabina viaja para Panamá desde que el niño tiene tres meses de nacido, también lo ha acompañado en sus constantes viajes al Shriners Hospital for Children, en Lousiana, Estados Unidos, donde ha sido intervenido quirúrgicamente en varias ocasiones, obteniendo prótesis en su brazo izquierdo y en ambas piernas, logrando caminar.
Al preguntarle a qué le temía en la vida, la abnegada madre respondió a que Dios le quite la vida y no poder ver a sus hijos con sus metas cumplidas.
El Divino Niño, Dios, y Jesús Nazareno de la Atalaya son los grandes compañeros en la lucha de Gabina. "Cuando José Luis nació tenía un soplo en el corazón y le ofrecí a Jesús Nazareno caminar desde Soná hasta su iglesia, para que cuando viajara a Panamá me dijeran que había desaparecido, y así fue".
Para Gabina, el mejor regalo que puede recibir este 8 de diciembre es pasarla con todos sus hijos en su casa en Soná. Además, comenta que las travesuras de su inquieto y soñador José Luis, así como el beso que le da todas las mañanas diciéndole: "Mami te quiero mucho", es el regalo más grande que Dios le puede dar.