Dialogar sobre la creación del mundo ha sido tema de qué hablar por miles de años. Tocar el tema religión en conversaciones ha sido, es y será un aspecto delicado en la vida del hombre, un tema que ahora se menciona en los micrófonos de la Asamblea Nacional.
¿Qué tiene de bueno o de malo hablar de Él? En medio de tantas denuncias de corrupción y del pecado generalizado en la sociedad panameña, resulta extraño que alguien se acuerde de Dios, sobre todo los políticos que no gozan de muy buena imagen.
Esta iniciativa, presentada por algunos diputados, debe considerarse como un paso positivo. No ha habido antes una propuesta que otorgue un lugar a la oración antes de sesionar dentro del pleno.
El hombre, que siempre ha estado alejado de Dios, debe hacer las paces y entregarse a Él, arrepintiéndose de corazón, tal vez de esta manera las acciones de civiles y políticos sean más mesuradas, buscando siempre el beneficio de los más necesitados.
No hay que olvidar que, según la Biblia, todos los gobernantes son hombres o mujeres puestos por Dios y, quien dijo alguna vez que la voz del pueblo es la voz de Dios, no se equivocó.
La iniciativa de acercar a un país al Altísimo debe cristalizarse, por ello han orado miles de fieles creyentes que esperan mejores días para una nación donde las riquezas no están bien distribuidas.
No hay que buscar excusas absurdas para renegar la deidad, pues los que amamos el lugar donde nacimos juramos a Dios y a la Patria. Este es un sentimiento que se entremezcla y que no debe separarse como el agua y el aceite.
En estos días, donde el Gobierno debe tomar decisiones serias como en el tema de la Caja de Seguro Social, tenemos que entregarle las riendas a nuestro Creador para que sea Él quien guíe a nuestras autoridades terrenales. De esta manera podemos actuar por fe.