Panamá es una país de mil historias. Pregúntese usted, ¿quién no le ha pedido aunque sea un dólar prestado? De seguro muchos dirán, "¡coño..., a mi me piden plata todos los días como si fuera rico!".
Los economistas han definido a los trabajadores panameños como personas que saber vivir gastando 400 dólares al mes, pero ganando 200 de salario. La razón número uno es que viven del préstamo. Esto incluye la comida fiada.
El problema no es pedir. El dilema es cuando no se paga. Hágase esta otra pregunta. ¿Tiene usted alguien que le deba dinero?
"Chuzo, a mi me deben 100 palos. Alguien me pidió y me dijo que pagaría con la venta de un pasaje aéreo, pero creo que él quiere que le cobremos al ‘correte’o’, dijo un muchacho que está pasando aprietos para recuperar un dinero que no le pertenece. Es de una pequeña cooperativa".
¡Qué sabroso es hacer el amor!, pero cuando la chica dice: "estoy embarazada", ya no es tan rico nada. Esto ocurre igual con los que piden dinero. Sabroso es tener el billete en el bolsillo, pero no es agradable que alguien diga: "Págame lo mio".
El asunto es mucho más delicado de lo que se percibe. Las personas que deben dinero y no aceptan la responsabilidad de pagarlo pudieran ser víctimas de su propia irresponsabilidad, pues nadie quiere que le engañen y por eso tienden a ser agredidas mortalmente al estilo de la mafia.
Si usted es de lo que pide y no paga, lo mejor es ir abonando poco a poco hasta saldar la deuda con esa persona que de buena fe abrió su billetera y le dio el dinero que usted necesitaba.
Nunca use de excusa a sus familiares. No invente cuentos de que su hijo está enfermo o que un tío se murió. Lo mejor es la sinceridad para lograr el objetivo.
Los prestamistas, por su parte, deben reconocer a los "malas pagas" hasta con su caminar, porque los que sí prometieron de palabra, cumplirán. Sólo dele unos días y verán los resultados, hasta con los intereses. De aquí al martes puede ser factible.
