Solamente por la atractiva posibilidad, que se abran todas las cárceles del país antes que se escabulle toda la población penal, se ha corrido la voz entre la delincuencia internacional que el grito de puertas abiertas será muy pronto. De Europa están arreglando maleta prominentes miembros de carteles de diferentes gremios asesinos, para compartir la jauja y los festejos con sus similares del patio, para luego plantar banderas.
La emoción es tal, que muchos delincuentes como el Inglés Francis Morgan intuyeron que en Panamá de verdad si se puede ganar la vida en afanes ilícitos sin problemas. Efectivamente, al parecer Francis como consecuencia de la amabilidad y las facilidades de entorno de la justicia istmeña, descuidó sus pasos y fue detectado en nuestra capital desde Londres, pues es un notable jefe traficante de resina de canyac en las brumosas calles londinenses. Las autoridades británicas dicen que debe cumplir canas por catorce años. Mientras que acá en Panamá fue felizmente sobreseído en un caso de drogas, para luego obtener afablemente y con todas las de la ley, una medida cautelar.
Últimamente se percibe en todo el país y en parte del resto del mundo, que Panamá está invadida por delincuentes. Los recientes delitos que nunca se les había ocurrido a los criollos, hacen pensar que pululan técnicos en secuestros Express, salta tapias, carteristas, violadores, falsificadores y asesinos a sueldo. Este turismo de delincuentes no creo que supere el daño que le hacen al país, los que están vendiendo a la patria terrón por terrón, isla por isla y litoral por litoral.
Lo negativo de esta situación tan nefasta para nuestra reputación, es que nuestra justicia no deja de ser criticaba hasta por sus mejores países aliados. Y lo mas grave es que las autoridades aparecen con sus rostros foscos en señal que aquí no está pasando absolutamente nada.
