Los hermanos Ariel y Próspero Ortega Justavino, propietario y conductor del autobús 8B-06, respectivamente, que se incendió calcinando a 18 panameños, se entregaron ayer ante la Defensoría del Pueblo, luego de casi un mes de la tragedia registrada el 23 de octubre. A los dos se les formularon cargos por los delitos de homicidio culposo. Los transportistas antes de entregarse recibieron oraciones de parte del apóstol Edwin Álvarez, y luego se dirigieron en un autobús "diablo rojo" en compañía de amigos y familiares a la sede de la Defensoría del Pueblo. Ariel Ortega, en una entrevista a TVN, mostró un fólder lleno de facturas de las labores de mantenimiento a su bus. Aseguró que compró el transporte a través de un préstamo del Banco Nacional de Panamá a la compañía F. Icaza, pero desde las primeras semanas presentó problemas con el sistema de aire acondicionado y luego presentó otros con el diferencial, transmisión, embrague, alternador y el motor, lo cual fue reportado en diversas cartas enviadas al BNP. "Yo no compré un bus para traer luto y dolor a los hogares panameños, sino para ofrecer un servicio de calidad", puntualizó.