Cada día la vida a los más panameños se le hace más difícil. Hoy entra a regir un nuevo aumento en los precios de la gasolina; el litro de leche ha desaparecido de los supermercados para darle paso a una que se distribuye a través de los envases Tetra Pak y que cuesta 25 centésimos más. Para esta fecha también se incrementan en un 10 por ciento las tarifas por el uso del Corredor Sur.
Cada mes el presupuesto familiar se ve reducido por un nuevo aumento de precios, pero los salarios son los mismos. La situación es como una olla de presión que en cualquier momento puede estallar.
El gobierno y los empresarios parecen no darse cuenta de lo que se vive en el país. Actualmente hay dos Panamá: uno en el que se registra un alto crecimiento económico y otro donde casi la mitad de la población vive en pobreza y otro gran porcentaje de la llamada clase media que apenas logra ingresos para vivir modestamente.
Diversos informes de especialistas locales y hasta diplomáticos de otros países han advertido sobre la desigual distribución de la riqueza que existe en Panamá, pero nadie parece prestar atención a las llamadas de alerta que se hacen.
Legiones de extranjeros vienen a Panamá a radicarse, debido a las facilidades que ofrece el Istmo, pero para los nacidos en esta tierra las condiciones de vida son cada día más apremiantes.
Lo peor de todo es que no se observa una acción efectiva de las autoridades. Por semanas se especuló con el arroz y hubo que hacer una presión ciudadana para forzar a que los responsables del gobierno hicieran algo. Igual sucede ahora con el tema de la leche. Con respecto a la gasolina, las respuestas se han convertido en meras promesas de proyectos faraónicos, que nunca se concretan. ¡No jueguen con la paciencia del pueblo!.