A pesar de que estamos cansados de escuchar que el aspecto físico no es lo verdaderamente importante y que la personalidad sí lo es, los estudios demuestran que nos gusta mirar a las personas atractivas por simple placer estético. Estas son mejor tratadas, mejor consideradas como personas (su belleza exterior se extiende a su interior: simpatía, competencia, bondad..), y se cree que tienen posibilidades de un futuro mejor y de ser más felices que las no atractivas.
Este comportamiento generalizado se observa desde la infancia, donde los niños guapos tienen más probabilidades de ser elegidos como amigos y menos de ser culpados por los profesores de mal comportamiento...