Alrededor de mil personas despidieron ayer en un funeral de Estado al secretario de Gobernación (Interior) de México, Juan Camilo Mouriño, y a los otros ocho ocupantes del avión que se desplomó el martes sobre una avenida de la capital mexicana.
El presidente de México, Felipe Calderón, rindió así homenaje al que fue su más estrecho colaborador e íntimo amigo, en un acto que no se recordaba desde los funerales del secretario general del Partido Revolucionario Institucional (PRI), José Francisco Ruiz Massieu (1946-1994), muerto en un atentado.
A la ceremonia acudieron los presidentes del Senado, de la Cámara de Diputados, de la Suprema Corte de Justicia y de los principales partidos políticos del país, entre otros invitados.
Los féretros, cubiertos con banderas de México, fueron cargados cada uno por seis miembros de la Guardia Presidencial y escoltados por dos agentes de la policía federal, frente a una corte de seis compañías militares y dos bandas de guerra.
El ataúd de Mouriño, quien nació en Madrid en 1971 y obtuvo la nacionalidad mexicana a los 18 años, fue puesto sobre una tarima y en otra, unos metros atrás, los de sus colaboradores.
Mouriño fue "uno de mis más cercanos colaboradores y uno de mis mejores y más entrañables amigos", reconoció.
A su juicio, el finado "imprimió mayor cohesión al equipo de Gobierno", potenció las capacidades del gabinete y fue un "promotor de esfuerzos colectivos", con lo que el Ejecutivo "ganó en sensibilidad política y visión estratégica" entre otros logros.
La mejor manera de honrar la memoria de los fallecidos es "seguir trabajando unidos y con mayor convicción que nunca para transformar a México", apuntó el jefe de Estado con la voz cortada.
ESTADOS UNIDOS: ANALIZARA
Dos cajas negras con datos aeronáuticos y las grabaciones de voz de la cabina del avión oficial que se desplomó el martes en la capital mexicana fueron enviadas ayer a un laboratorio especializado en Estados Unidos.