Deportivo y Barcelona firmaron tablas en un encuentro táctico en la primera media hora y muy vivo en la segunda parte, en el que los catalanes se adelantaron con un penalti transformado por Ronaldinho y que los gallegos igualaron con otra pena máxima, esta vez inexistente.
Ambos equipos plasmaron en el césped del Riazor dos estilos antagónicos, dos formas distintas de buscar el mismo objetivo, el de la victoria, que los azulgrana trataron de conseguir con su fútbol dinámico y los blanquiazules con el sistema destructivo de Joaquín Caparrós hasta que se vieron en desventaja.
Los futbolistas de Frank Rijkaard querían dedicar el triunfo a su capitán Carles Puyol, que perdió el viernes a su padre y no pudo jugar ante el Deportivo, y asumieron la iniciativa en el juego, pese a la baja de Xavi, pero se encontraron con un equipo replegado, dispuesto para evitar el fútbol creativo del Barcelona.