De vez en cuando, las infaustas noticias golpean con dureza nuestro corazón.
El 21 o 22 de octubre pasado, estaba reencontrándome con algunos recuerdos de hace 20 años, y hallé a Alberto Spencer en un antiguo videocasete, en el que aparece en una entrevista para el ya desaparecido Canal 5 (Panavisión del Istmo).
Algunos días más tarde, intenté formar una biografía del ecuatoriano incomparable, uno de los diez mayores futbolistas internacionales que Dios me concedió la suerte de conocer y tratar personalmente.
Cuando recién acababa de cumplir con el trabajo propuesto, la información, severa y somera, cayó con toda su reciedumbre: "Cabecita mágica", uno de sus tantos apodos, ha muerto.
Alberto nació un 6 de diciembre de 1937 en Ancón, provincia de Guayas.
Sus padres, Walter Spencer (emigrante procedente de una de las Antillas) y América Herrera (ecuatoriana), tuvieron 13 hijos. Uno de ellos fue Alberto Pedro.
Después en un breve pasaje por el club Everest, un entrenador uruguayo (Juan López Fontana, el técnico del “Maracanazo” de 1950) lo recomendó a Peñarol.
En febrero de 1960, llegó para quedarse en la escuadra aurinegra, revelándose ante el mundo con su estatura de artillero, y siendo parte, con sus goles decisivos, de los grandes de todas las épocas y de los incontables trofeos que suma Peñarol.
En la Copa Libertadores de América, su estadística es notable: 54 goles.
Un gran narrador de este deporte, también fallecido, Héber Pinto contribuyó a que Spencer y Juan Víctor Joya (el extremo peruano del ala izquierda) se hicieran inmortales, con sus frases de "Negro el 11" o "megatónicos".
El 12 de octubre de 1966, hizo ya 40 años, nació nuestra audición radial “Fútbol En Tono Mayor”, en CX30 Radio Nacional. Ese día, Peñarol le ganó 2-0 a Real Madrid, por la Copa Intercontinental. Las dos anotaciones aurinegras, que tuve el orgullo de describir, fueron del incomparable Alberto Spencer.
Aunque no abandonó la ciudadanía ecuatoriana, vivió 46 años en Montevideo, su segunda patria.
Caballero a carta cabal, estelar futbolista que puede y debe ocupar un puesto de honor entre los grandes, junto a José Manuel Moreno, Alfredo Distefano, Juan Alberto "Pepe" Schiaffino, Edson Arantes do Nascimento “Pelé” y Diego Armando Maradona, créanme: como Alberto Pedro Spencer, no habrá dos.