En momentos en que más de 5 mil panameños en Panamá y San Miguelito sufren las consecuencias de desastrosas inundaciones, es necesario recordar una vez más a la ciudadanía sobre la irresponsabilidad de lanzar desechos sólidos a los ríos y desagües.
La tarea de proteger el ambiente no es algo exclusivo del gobierno, y los actos que deterioran nuestro entorno natural y urbano no son cometidos exclusivamente por grandes y adineradas industrias.
Es cierto que durante años, muchas empresas han lanzado desechos químicos a los ríos, matando su flora y fauna, al tiempo que hacen tóxicas sus aguas.
Pero probablemente el panameño común tiene tanta o más culpa en el deterioro en la calidad del agua en nuestros ríos, y con toda seguridad podemos decir que las inundaciones de muchas barriadas en la ciudad capital suceden porque creemos que nuestras alcantarillas y ríos son basureros.
Si suficientemente dañino es lanzar botellas y bolsas de snacks en las quebradas, ¿Qué clase de efecto podría tener tirar sillones, electrodomésticos y hasta aceite y piezas de automóviles en los desagües?
Y no es exageración. Tales artefactos han sido hallados por el personal de limpieza del IDAAN tapando las alcantarillas.
Tal vez sea imposible saber cual fue la combinación de factores que influyeron en que una gran cabeza de agua que corrío a través de varios ríos causara tantos estragos en zonas que nunca habían pasado por tal calamidad, pero tenemos que reconocer nuestra responsabilidad en lo anteriormente mencionado.