Los ancianos con trastornos cardiovasculares o respiratorios son los más sensibles a los efectos del fuerte calor que de manera inesperada azota nuestro país.
Con el fin de llevar del mejor modo posible esta situación, los expertos aconsejan poner en práctica una serie de recomendaciones, tales como ingerir abundantes líquidos, moderar las bebidas alcohólicas, evitar las comidas excesivas, primar en nuestra alimentación las frutas y verduras, limitar la actividad física y usar ropa ligera de tonos claros, toda vez que, como es sabido, el color negro absorbe el calor mientras que el blanco actúa a modo de escudo protector.
La consecuencia más común es la deshidratación. En los casos extremos pueden aparecer los golpes de calor, que se manifiestan por un dolor de cabeza, cada vez más intenso y malestar general.