Quedé impactado al presenciar aquella escena en la sala de Cuidados Intensivos del Hospital Santo Tomás.
Eran casi las dos de la tarde, cuando entré, junto a mi colega Elisinio González a preguntar por el estado de salud de Ramiro Lara.
Cuando me acerqué a su cama, quedé impresionado al verlo inconsciente, con un respirador artificial, que le llaman ventilador.
Su rostro estaba todo golpeado, tras la pelea del sábado por la noche ante Irving Berry en el hotel Meliá, en Colón.
Simplemente les puedo decir que lo vi muy mal. Ojalá me equivoque, pero creo que no es así. Lara tiene un coágulo en el cerebro y un edema cerebral.
Ramiro Lara está entre la vida y la muerte, y hoy desde este espacio quiero pedirle a Dios una mano, esa mano que nunca está de más por su salud y su vida.
¡Dios ayúdalo por favor.. te lo ruego!
No fui a presenciar la pelea, pero ayer me enteré de algunos detalles del combate con Berry.
Fue un pleito intenso, de muchos intercambios, ya que Lara cayó en el segundo asalto y Berry posteriormente en el séptimo.
Conversé con una de las enfermeras en aquella sala fría, silenciosa y con ese sonido agudo de los aparatos de todos los pacientes.
Mientras ese pequeño ruido entraba a mis oídos, intercambié algunas palabras con la dama, quien me explicó que el estado de salud de Lara es "delicado".
El peleador recibió muchos golpes en su cabeza y estaba sedado cuando llegamos a la sala.
La enfermera admitió que la salud del peleador puede variar en cualquier momento, ya sea para bien o para mal.
Nosotros, con pocos conocimientos sobre medicina, observamos a un Ramiro Lara respirar con dificultad, ayudado por ese aparato que introducido en su boca le ayuda a esta faena. La situación es seria y una vez más ponemos la vida de este joven peleador en manos de Dios. Sólo Él puede ayudarlo.
Ojalá las próximas horas sean de gran beneficio en la recuperación de Lara, a quien conocemos desde hace años que cubrimos boxeo para este diario.
¡Dios te guarde Ramiro!