Ámbito era severo y elegante. Luego, por la galería derecha, filas de avisos, carteles, afiches y programas. Llegamos hasta un hermoso patio central florecido y verdoso. Don Benito Nieto G. se sentía conmovido ante una imagen del Cristo crucificado y dijo estas palabras: Tú, Señor, conoces profundamente cuando me siento y me levanto; desde lejos sabes mis pensamientos, Tú observas mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares. A mí me pasa igual que a María, tu amada Madre, me dejo absorber por el mundo, el trabajo y deberes cristianos; todo esto es necesario, pero no tan importante; en todo debe haber un equilibrio. Concédeme, Señor, el camino para orientarme mejor con respecto al Referéndum. De Petrarca aprendí que el que habla bien siembra, el que escucha cosecha.
De pronto uno y dos entraron de improviso al citado lugar; trataron de mediar y hacer votos. ¿De qué, respondió Manolo Grimaldo? Sobre el referéndum, respondieron los intrusos. Don Benito y don Manolo contestaron: Los partidos políticos pueden tener ideales antagónicos, pueden estimar que tales o cuales normas de gobierno, principios o medidas sean las más convenientes a los destinos de nuestro querido país; pero ellos jamás deben olvidar que todos debemos tener una misma aspiración: La grandeza de la Patria. Razón por la que un ciudadano que ama la Patria, el progreso es necesario. Don Benito, el mundo está en constantes cambios, y nuestro Canal, por su centuria, debe ser renovado. Manolo escuchando serenamente, dijo: el Referéndum es lo mismo que votación, es decir, voto directo de los ciudadanos de una nación o país para que ratificar unas leyes, proyectos o una constitución. Hay que reflexionar bien para no incurrir en equivocaciones.
El verdadero amor todo lo iguala, en donde él reina, nadie pretende ser superior a otro. Piensa, nada más infeliz que el odio y la envidia. No hay mayor riqueza que la verdadera amistad, ni guardián más poderoso que un fiel amigo.