Ahora no vengan con el cuento de que no es así. Todos sabemos que en Panamá las oficinas públicas y privadas desfilan los panties, perfumes y demás objetos par su comercialización. El vendedor para enganchar a sus clientes les dice: "Pa' ti en vetinete, pero en dos pagos".
En este negocio no hay que pedirle permiso a la Alcaldía, ni mucho menos al Ministerio de Comercio. Todo es cuestión de vaciar un cajón, donde deberían guardarse documentos, para rellenarlo de productos nuevos y vender.¡Qué carajo...!
Jajaja, así se le escuchó la carcajada de "Poroto", un funcionario que se dedica a la venta de golosinas en tiempo de trabajo, que afirmó que seguirá vendiendo sus vainas porque el sueldo no le alcanza, además su jefe sabe y hasta ha comprado pantalones de la Zona Libre.
La realidad del panameño es así. Gasta más de lo que gana, por eso inventa "one two", rifas, tómbolas, happy hours, vende ropa interior de Colón, hace bailes en su "chantin", vende sao o pesca'o en la esquina de su casa los viernes y hasta remata los chécheres viejos que ya no quiere. Todo con el único fin de echarle mantequilla al pan.
Para ser un buen negociante, hay que ser habilidoso. La técnica es vender a menor precio para abarcar un rango mayor de clientes. Se ofreces, dos, tres y hasta cuatro pagos. Lo malo del negocio es abusar con los precios cuando todos saben que la ganancia supera hasta con el 100% el precio original de una distribuidora.
Todo en exceso es malo. Las normas para establecerse en el mercado es estar por lo legal y hacerlo de forma respetuosa, de lo contrario, la gente que se dedica a este negocio podría recibir el calificativo de "pirata" de la mercadería, vendedor clandestino u buhonero ilegal.
Este es algo que ocurre a diario, pero les advertimos lo que dice Pedrito: "En la ahuevazón está el peligro".