Su rostro reflejaba a un chico que no ha llegado a la mayoría de edad, y el brillo de sus ojos hablaban más que cualquier palabra que pudiese pronunciar.
El reloj marcaba las 8: 20 a.m. y allí estaba Gabriel Torres, junto con su madre y su abuela, en el Aeropuerto Internacional de Tocumen, con disposición de emprender su viaje.. Una larga travesía, de aproximadamente 19 horas, que lo llevaría a Manchester, en busca de hacer realidad un gran sueño.
Los minutos transcurrían y el ambiente a su alrededor se mantenía tranquilo, a pesar de que se acercaba la hora de abordar el avión. Mientras, a un costado, el técnico Gary Stempel esperaba callado que culmináramos la conversación.
Cuando esto ocurrió, fue el propio timonel quien le indicó al "Fantasmita" que había llegado la hora de la despedida. Los abrazos no se hicieron esperar. Muy sereno y al mismo tiempo sonriente, como sabiendo que iba en busca de una gran meta, el chico se despidió primero de su abuelita Hersilia y luego procedió a darle un efusivo abrazo a su madre Edith, quien no tardó en bendecirlo.
La fortaleza mental que mostraba esta joven promesa del fútbol era tal que, incluso, se la transmitió a su progenitora, la mujer que durante años ha luchado por él, y a quien ahora desea pagarle con éxito. Muy tranquila y optimista, la señora Edith observó a su "bebé" alejarse con Stempel para emprender ese largo viaje hacia Inglaterra, donde el Manchester United lo espera.
Antes de ingresar al área de la zona franca, Gabriel reiteró que, "con la ayuda de Dios, tratará de aprovechar al máximo la oportunidad; luchará por lograr el anhelado sueño y por alcanzar esa meta que le permitirá a él y a su humilde familia tener un menor nivel de vida".