Los cerca 1.500 ultras serbios que acudieron a Génova para seguir a su selección en el encuentro contra Italia valedero para la Eurocopa 2012 convirtieron la ciudad en un campo de batalla y obligaron a suspender el partido.
El partido había comenzado con media hora de retraso debido a los altercados protagonizados por los ultras serbios, pero tras un momento de calma se decidió dar comienzo al encuentro.
Sin embargo, cuando se llevaban seis minutos de juego los aficionados serbios arrojaron al campo otra bengala que pasó cerca del portero italiano Emiliano Viviano y el árbitro Craig Thomson (Escocia) detuvo el encuentro.
Tras algunos minutos, y tras hablar con los respectivos capitanes, el colegiado escocés decidió suspender el encuentro definitivamente.