Hay un buen dicho popular que dice que "en la puerta del horno se quema el pan". Quizás eso es lo que ocurrió el 13 de marzo de 2004, cuando sorpresivamente el Gobierno de José María Aznar en España descubrió que había perdido el poder, todo por un detalle en la revelación de la información sobre los terribles atentados terroristas en los trenes de Madrid.
Aquella vez, el vocero de Aznar dijo que ETA había provocado los atentados, provocando luego multitudinarias marchas populares, pero luego reconsideró y admitió que la red Al-Qaeda había efectuado los ataques. En menos de ocho horas, la opinión pública española cambió e hizo derrumbar toda encuesta, dando al traste las mismas.
Recientemente, se reveló a la opinión pública panameña la secuela de muertes extrañas, al parecer por medicamentos que afectaban al metabolismo de los pacientes.
Debió ocurrir la muerte de 21 personas para que el Ministerio de Salud (MINSA) reconociera la crisis y hasta se creyó que pudiera tratarse de una epidemia.
Como era de esperarse, pacientes, asegurados y familiares de los hoy fallecidos fueron víctimas de la especulación que generó la información sobre el síndrome.
Todo apunta que medicamentos genéricos o inyectables adquiridos por entidades de salud panameñas, pudieron haber causado la actual crisis médica.
El hecho, a exactamente doce días de un referendo consultivo sobre la ampliación del Canal de Panamá, llegó en un mal momento debido a las serias repercusiones del impacto negativo de la crisis sanitaria.
La gran pregunta surge de inmediato: ¿Dónde está el dinero de los fondos del Canal para atender las necesidades de los ciudadanos en la rama de salud pública?
Por ello, esta crisis en la salud cae igual que la cereza encima del poste jugoso de la ampliación canalera. Sin dudas que será un tema político sensitivo.
Repudiable es que las autoridades hubieran ocultado esta información sobre el misterioso síndrome o la intoxicación no deliberada, sólo para evitar un rechazo popular en el referendo del 22 de octubre.
Con la salud de un país no se juega. Si habían medicinas con reacciones peligrosas en los pacientes y fueron suministradas a miles de ciudadanos, es imperdonable que las mantuvieran en circulación, sólo porque no hay plata para sustitutos.
En países donde hubo similares crisis sanitarias, las medicinas fueron retiradas inmediatamente.
Veremos cómo reacciona el pueblo ante esta crisis, cuando en dos semanas estemos acudiendo a votar. Cuidado con una sorpresa mayor, todo por un error en las relaciones públicas del Estado y el mal asesoramiento informativo que tienen algunos ministros del Gobierno actual.