EDITORIAL
¿Somos una nación de bastardos?
Un mal social amenaza la comunidad panameña, y ello cobra mayor fuerza al comprobarse la alarmante denuncia de la legisladora Teresita de Arias Calderón, de que en los últimos meses la cantidad de madres solteras se ha elevado a más de 45 mil, destacando la paternidad irresponsable de progenitores que no han reconocido a sus hijos.
Esa cifra se une a una estadística dramática de hace varios años de que más del 58 por ciento de la población panameña, tiene hijos nacidos fuera del matrimonio, lo que parece que fuéramos una nación de bastardos. Ni el flamante Ministerio de la Familia, ni las fuerzas vivas de nuestra sociedad, incluyendo los clubes cívicos, no parecen haberse percatado de esta grave situación. Es por ello, que no se explica los traumas que sufre nuestra sociedad que está huérfana de orientación y afecto familiar.
Este desequilibrio social incide en la gran cantidad de suicidios que se están dando en los últimos años, sobre todo en la región de Azuero en donde son los adolescentes los que deciden quitarse la vida por motivos pasionales y económicos. La cantidad de suicidas ha aumentado en los últimos meses, pero ninguna instancia superior ha diseñado una estrategia para estudiar este fenómeno que es grave, y que nos proyecta como una sociedad descuidada. Asimismo, no se guardan estadísticas reales de la gran cantidad de abortos, y que madres irresponsables arrojan por doquier los frutos de sus entrañas en temprana gestación.
Como se podrá observar, la moral de muchos de nuestros ciudadanos está en entredicho y no hay freno para ese pecado con Dios y la patria. La Iglesia, incluso, debiera hacer una fuerte campaña de rearme moral y fortalecer los principios éticos porque nuestros jóvenes se están desmoronando en esta llamada sociedad de consumo.
Llamamos la atención a todos los sectores que se acerquen más a Dios. Hoy que la política ocupa el primer plano en los medios de comunicación, debemos reflexionar de que es la crisis moral y no la económica la que agobia al pueblo panameño, que está envuelto en una apocalíptica visión que le impide ver la luz al final del túnel.
PUNTO CRITICO |
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