Da dolor ver a los panameños cómo caen ingenuamente en todo tipo de embrujos para gastar su dinero. Se lo gastan en ropa muchas veces innecesaria, en guaro, en parranda, en objetos superfluos. Si les dicen que este pantalón es lo se necesita para enamorar a las mujeres, lo compran. Si les meten el cuento de que si usa ese perfume será más mujer, lo compran. Se meten en toda discoteca que anuncia locuras por ahí, y se gasta la plata en tragos y bailes.
Dirán que uno tiene derecho a "invertir" su dinero en lo que mejor le parece, para eso se lo ganan trabajando como negros. Sin embargo, no se ponen a pensar que en esa misma manera van destruyendo la oportunidad de construir un país próspero. No se trata sólo de su dinero personal, si no de los ladrillos con los cuales se levanta toda una economía nacional.
Si la mayoría de los contribuyentes son una partida de maniflojos, así mismo irá mermando la capacidad del país de resistir los embates de las crisis mundiales que se suceden sin compasión. Cuando se entienda eso, que cada cual debe cuidar sus bienes, su dinero, su pequeño salario, ahorrando algo aquí y algo allá, el país se irá convirtiendo en lo que le estuvo dispuesto desde el principio de los siglos: éxito, bienestar, energía total y poder sobre otros. |