Es curioso... todos decimos querer esta pequeña patria llamada Panamá, y sin embargo nos la estamos peleando como si fuésemos fuerzas invasoras disputando, cada uno de nosotros, una parte del botín, tal cual lo hicieron los llamados "aliados" al final de la Segunda Guerra Mundial.
La realidad nuestra es otra... Hoy la pelea gira alrededor de su voto SI o un voto NO, respecto de la ampliación y modernización del canal. Lastimosamente nos estamos entreteniendo con un árbol, cuando el bosque está vibrando con miles de árboles, y lleno de cuantas alimañas y vida silvestre puede existir en ella (valga la metáfora).
La historia generacional de los últimos tiempos nos coloca frente, cara a cara, con otra realidad, cual es: al general Torrijos le tocó el alto honor nacional e internacional, de rescatar para este pueblo, su recurso natural más preciado: el Canal de Panamá. A Mireya Moscoso le tocó recibirlo, y ahora a Martín le corresponderá iniciar su ampliación y modernización.
Por eso soy de la opinión que debemos dejar a un lado todas las banderas políticas y, en lugar de sólo expresar nuestro "gran amor" por Panamá, demos un paso adelante demostrando ese amor, porque gane el SI o gane el No, el mundo va a seguir avanzando dentro del amplio espectro que la ciencia y la tecnología pone a disposición del hombre, y honestamente creo que no sería justo que muriésemos en la orilla después de haber nadado tanto.
En consecuencia, considero que en estos momentos no cabe que los panameños hagamos fuerza ni hacia la izquierda ni hacia la derecha, sino, como gentes pensantes u dispuestas a ser parte de esa historia que se escribirá a partir del 22 de octubre de 2006, decidamos por dar un voto de confianza a ser futuro que, con ampliación o sin ella, nada ni nadie va a poder detener, porque, ahora sí que "el mundo nos mira", ¡Viva, PANAMÁ!
¡Au Revoir!