EDITORIAL
Libertad condicional
La libertad es uno de los dones más preciados que adornan al ser humano, pero desafortunadamente, no todos gozan de esa condición. Hay quienes, sin estar tras las rejas, viven presos de los fantasmas de sus malas conductas.
Pero hoy, la reflexión no será para esos, sino para aquellos ciudadanos que en un momento dado, sus vidas estuvieron vendadas al sendero de buen andar y penan sus culpas en las cárceles del país.
Para ellos también llega la luz de la esperanza y redención y en su auxilio aparece la Virgen de la Merced, Patrona de los Reclusos, que ayer iluminó algunas cárceles panameñas abriendo las puertas para aquellos reos que han demostrado arrepentimiento y claman una oportunidad de regeneración.
A ellos, tanto hombres como mujeres, el Estado ha dado un voto de confianza y otorgado el beneficio de la duda, dejándolos en libertad para que intenten reinsertarse en la sociedad de la cual un día se apartaron.
Una máxima reflexiva es que adentro (de las cárceles) no están todos los que deberían estar. Las prisiones está lleno de la canalla, pero los delincuentes de cuello blanco, los que se roban los fondos públicos, casi nunca soportan el encierro y el hacinamiento que caracteriza al sistema penitenciario.
Es innegable que el sistema penitenciario panameño se enfrenta a una realidad difícil en todos los aspectos y donde uno de los principales problemas lo constituye el tortuguismo judicial y el continuo hacinamiento.
Ello origina, de acuerdo al juicio de organismos defensores, la violación de derechos humanos, los cuales no deben perderse al ingresar al penal, pero que la realidad demuestra otra cosa.
Dentro de las cárceles, la vida es horrenda y a ello se le suma el maltrato psicológico, social, moral y en ocasiones hasta físico del cual son objeto los presos.
Cierto es que tras las rejas se encuentran sujetos altamente peligrosos y cuyos crímenes sociales tienen alto calibre, pero igualmente se hace necesario humanizar el sistema, para lograr la resocialización de los reclusos.
Aquellas imágenes de las cárceles que traen las pantallas chicas de sociedades desarrolladas, distan mucho de la realidad panameña, donde en el "purgatorio social" no hay espacio casi ni para respirar. Aquellos que han tenido la desgracia de estar presos y que ayer lograron la libertad provisional, tendrán ahora la oportunidad de reflexionar y enrumbar sus vidas. La sociedad les da la oportunidad de reivindicarse.
PUNTO CRITICO |
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