Mohammad Omar Bakri, portavoz de Bin Laden en Gran Bretaña, retrata a su amigo, líder y hermano como el elegido para hacer triunfar el verbo de Alá en este mundo corrupto, y como un hombre sencillo y sensible. ¿Es cierto que dispone de tres miniartefactos nucleares?
Sólo un movimiento islámico con fe en el martirio puede haber atacado tan majestuosamente a los Estados Unidos». La voz respira orgullo y el tono es rotundo, viril. Las frases son de un fanático, pero el problema es que el hombre que habla no lo hace desde Kabul o Teherán: «También en las mezquitas de Londres hemos celebrado este gran evento repartiendo dulces y pasteles entre los fieles».Desde la city británica, Mohammad Omar Bakri, portavoz de Osama bin Laden, se enorgullece de seguir al gran jefe de los «guerrilleros».
El dirigente y fundador del movimiento Al Muhajeroun, muy extendido entre el islamismo radical británico, no se recata en proclamar que su jefe y amigo es el autor de los atentados y dice que sólo la modestia le impide reivindicarlo. «A los musulmanes» explica «no nos interesa atribuirnos estos gloriosos actos.
Todos, y antes que ninguno el hermano Osama bin Laden, trabajamos por la gloria de Alá y de ningún otro». A medida que habla, nuestro hombre se enardece con los recuerdos. «Osama», dice,«es un hombre sencillo. A primera vista parece un tipo cualquiera, que vive humildemente, exactamente como vivió el Profeta, pero sus inmensas cualidades hacen de él una persona única, especial, capaz de hacer triunfar el verbo de Alá en este mundo corrupto».
EL NUEVO MAHOMA
Bin Laden, en efecto, gusta de cultivar esta imagen «profética».Las escasas fotos y filmaciones que se conocen de él lo muestran en el campo, en su jaima o tienda de campaña, sentado en el suelo con las piernas cruzadas, rodeado de sushombres y con la cabeza cubierta casi siempre, en señal de modestia y religiosidad. Este niño rico, que de joven conoció las excelencias del hotel Dorchester de Londres y que recuerda sus vacaciones en la Costa del Sol con Puerto Banús recién construido, es un hombre de costumbres rigurosas.
Se levanta todos los días a las cinco y media de la mañana, marcada por su exclusivo reloj Rolex. Después se limpia los dientes con un palillo de madera, el miswak de los moradores del desierto y, a continuación, reza para recibir la fuerza que destruya a sus enemigos. En esos instantes es capaz de sollozar y quienes lo han visto testifican que las lágrimas le ruedan por las mejillas.Es el llanto de un obseso inmisericorde que odia con una pasión rotunda.
Osama bin Laden tiene 44 años y rasgos atezados. Sus ojos grandes y profundos y la nariz larga revelan el origen yemení de su padre.También por eso es un hombre menudo y delgado, de miembros largos y casi frágiles, muy distinto de los robustos saudíes o los asiáticos persas. Para los yemeníes, extraordinariamente conservadores, la familia es una tribu rígidamente sometida a la tiranía del varón, que frecuentemente practica la poligamia. Bin Laden hace el número 17 de los 53 hijos de su polígamo padre y tiene él mismo cuatro mujeres que se trasladan con él. |