Aunque dicen que la saga de Harry Potter está por acabar, faltaría un capítulo más, muy bueno e interesante.
Aquí le tenemos un nuevo episodio, aún sin editar. Potter, Ron y Hermione viajan hacia el Trópico caribeño, a Panamá de incógnito, y se les obliga a hacer una prueba para convertirse en magos de verdad: desaparecer 24 estatuas de bronce de más de 35 toneladas de peso, que un ser humano solo no pueden mover, sino con grúas.
Panamá es seguramente el país de los casos insólitos. Si no lo creen, tendremos que pensar que un mago muy bueno hizo desaparecer de las mismas narices de la Servicio de Protección Institucional (SPI), semejante cargamento de metal, valorado en más de 1.5 millones de balboas.
Ni Houdini, ni Mandrake, ni hasta el mismo Potter son capaces de esta maniobra, si no hay respaldo de alguna importante figura pública que haya permitido esto.
Pero lo peor es que las autoridades tuvieron que admitir que fueron timados.
No se por qué el caso de las estatuas de bronce de la Cumbre Iberoamericana de 2000, me recuerdan el caso del la efigie al Presidente Franklin Delano Roosevelt, que insólitamente se lo tragó las arenas del tiempo, en los difíciles días de la invasión norteamericana de 1989.
Una leyenda urbana afirma que una importante líder política de San Miguelito y su séquito, hicieron tumbar el monumento y hasta le cortaron la cabeza al otrora mandatario gringo. Nunca se comprobó este rumor, ni tampoco se encontró el resto de la estatua de bronce mutilada.
La saga de las estatuas de bronce en honor a personajes famosos, que en el Gobierno de la Presidenta Mireya Moscoso (1999-2004) se hicieron tan comunes para enaltecer causas sin fundamento, resultaron una pérdida de esfuerzos y de dinero para el fisco panameño.
Además de las figuras robadas en el Parque Omar, cuyo título era "Los Juegos de Antaño", está el incomprensible monumento a Arnulfo Arias, en la entrada del Coastway de Amador. El mismo "Fufo" rechazó los Tratados Torrijos - Carter de 1977, y el pasado Gobierno panameñista le hizo un monumento con filas de estatuas de bronce, alabando la reversión canalera. Que de hecho, fue una reivindicación nacionalista histórica, no de un solo hombre. Este monumento incluso se pensó en demolerlo al asumir el PRD el Gobierno en 2004.
Seguramente, los aViva, Crítica en Líneatos que se robaron las estatuas hechas por el colombiano Héctor Lombana, se cobraron más de 140,000 balboas por fundir estas figuras, ya que el costo de la libre de bronce ronda los 1.70 dólares.
Como anda la cosa, habrá que colocar guardias en las estatuas de bronce u otros monumentos, para que los "magos" de la viveza no se las roben. A cuidar a Belisario Porras, a Urracá, a Gandhi y a Simón Bolívar, para que otros ladrones nos sigan agarrándonos de tontos.