La perturbación de los mercados, el descenso de la actividad económica y los rumores de recesión siempre han presagiado tiempos duros para el medio ambiente. En circunstancias de esa índole, muchas veces la salvaguarda del planeta se ha considerado un lujo y una carga para la recuperación económica y el desarrollo. Sin embargo, la singular historia de la capa de ozono, cuya preservación celebramos hoy, demuestra que tales ideas no son más que mitos.
El Protocolo de Montreal relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono, eje de nuestros esfuerzos para combatir el agotamiento del frágil escudo protector de la Tierra, contribuye también a luchar contra el cambio climático, pues se ha determinado que muchas de las sustancias químicas controladas con arreglo a este tratado también contribuyen al calentamiento del planeta. Con la reducción progresiva de los clorofluorocarbonos (CFC) -que otrora se utilizaban comúnmente en productos como los refrigeradores, el tratado ha ofrecido un beneficio doble. Espero que los gobiernos tengan presente esos resultados y se sientan en condiciones de hacer frente a una amplia gama de problemas ambientales, y no sólo en épocas de prosperidad.
El año próximo, los gobiernos celebrarán en Copenhaguen una conferencia crucial relativa a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Nuestra meta debe ser la adopción de un nuevo acuerdo decisivo, que coloque al mundo en el mundo correcto para estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera y ofrezca la financiación necesaria para que los países vulnerables puedan adaptarse a los efectos del cambio climático.
Tras decenios de agresiones químicas, tal vez la capa de ozono necesite otros 50 años para recuperarse totalmente. En este Día Internacional, hagamos la promesa de aprovechar mejor estas oportunidades polifacéticas, y hacer todo lo posible por crear hoy la "economía verde" de mañana.