Esta expresión era empleada en la edad media, para alejar al demonio, maligno, Belcebú o el cachón, como solían llamarle mis paisanos en los campos de Las Tablas al diablo. La reflexión viene a la mente ahora cuando nuestra sociedad es víctima de una especie de alienación a consecuencia de la cultura de violencia e irrespeto que invade a un considerable número de ciudadanos en éste, otrora pacífico país.
Da la impresión que, quienes actúan así, están poseídos de un espíritu malo que los lleva a tratar al prójimo sin compasión, sin importarles las consecuencias, y ajenos al castigo divino. Cualquiera, sin mediar palabras, le descerraja un tiro a otro semejante a quemarropa, como le ocurrió a un humilde taxista muerto a manos de dos facinerosos, cuando el pobre obrero del volante se ganaba la vida honradamente.
Mientras el crimen, el robo y la violencia avanzan irrumpiendo en el más apartado caserío de la República, el hombre común sigue tropezando con una carencia de valores extremada que socava hasta los mismos cimientos de la fe cristiana. Veamos si no es así. En Alcaldedíaz, un grupo de facinerosos penetró en varios templos religiosos, se llevó consigo las botellas de vino y dejó dispersas en el piso las ostias que el cura guardaba para suministrarlas a los creyentes durante la Eucaristía.
Y como si fuera poco, la comunidad de Ollas Arriba de Capira, una pequeña población, hasta hace poco apacible, tranquila y habitada por gente conservadora, dedicada a su trabajo, se vio alterada días atrás por la presencia de un hereje que, pistola en mano, con intenciones de saldar cuentas por las malas con un contrincante, penetró en el templo interrumpiendo la santa misa antes las súplicas del sacerdote y de una feligresía incrédula de lo que estaba viendo.
Mientras arrecia la ola de violencia y depravación, la propaganda oficial busca de un lado a otro la medicina para un mal que es el resultado de la acumulación de factores diversos, los cuales van desde la falta de atención integral a la población, hasta la corrupción atrincherada en todos los niveles de la sociedad.