El Ejecutivo hizo ayer un intento para tratar de calmar a las fuerzas políticas opositoras con una reunión en el Palacio de las Garzas a la que no asistió la dirigencia perredista, representativa de la principal fuerza de la oposición panameña.
En el camino el gobierno descubrió que su modelo de confrontación permanente no estaba brindando resultados y más bien lo hizo enemistarse con partidos y diversos gremios de la sociedad panameña.
El paso de convocar a los presidentes y secretarios generales de los colectivos políticos es positivo. A pesar de las diferencias normales que puedan existir entre oficialismo y la oposición, en toda democracia hay que abrir canales de comunicación para analizar periódicamente el rumbo del país.
Si bien es cierto que los políticos son una cosa en el gobierno y otra en oposición, el llamado de voces sensatas puede hacer corregir el rumbo a cualquier Presidente al que muchas veces sus cercanos colaboradores no le advierten o no se atreven a advertirle de la inconveniencia de cualquier proyecto.
En todo caso el diálogo debe darse en base al respeto y con miras a resolver los problemas del país, no para negociar situaciones legales de cualquier político, que en todo caso debe resolver sus problemas en los tribunales, que deben actuar conforme al Derecho y de manera objetiva y no con la intención primaria de fregar al adversario del gobierno de turno.
El PRD deberá recapacitar su negativa al diálogo, porque mañana pasado volverán al poder y cuando convoquen a encuentros como los que hoy rechazan, sus adversarios le pagaran con la misma moneda.
En tanto el gobierno deberá entender que ese tipo de encuentros no debe ser una maniobra para entretener y simular acciones, para luego retomar el modelo de confrontación. La época del garrote y la zanahoria, ya es una etapa superada. Ahora debe imperar respeto a la democracia, a las libertades y a las instituciones.