El pasado no se puede olvidar. Hay que sacar lo bueno y reconocer lo malo para no repetirlo. Uno aprende mucho de su pasado, en término generales. Es lo que se conoce como "hoja de vida" o currículum.
Por eso me da risa cuando algunos políticos y politiqueros, no quieren ahora que se les restriegue en la cara su pasado...¡como si nunca hubiera ocurrido!
Claro que comprendo que mucha gente quisiera olvidar su pasado. Algunos tendrán la excusa que eran muy jóvenes. Otros que no tenían experiencia. Habrá quienes dirán que nunca pensaron que en ese momento lo que hacían era negativo.
Bueno, esas razones que se pueden entender no justifican el berrinche que le ha dado a unos pre-candidatos con eso de anuncios de propaganda que se refieren a cosas de su pasado.
Cuando una persona desea ser figura pública, debe saber que el pueblo al cual le pide el voto, está en su derecho de conocerlo lo mejor posible.
Y una manera de saber cómo puede actuar un candidato es enterarse de lo que hizo o no hizo en el pasado. Porque eso muestra un aspecto de su personalidad y su manera de comportarse ante los hechos de la vida... aunque hayan ocurrido en el pasado.
Negar el pasado es imposible y hasta mueve a risa. Panamá todavía es un país pequeño y "todos nos conocemos".
¿Qué hacer si se tiene una situación negativa en su pasado?
La lógica indica que puede tratar de explicarlo. Es un buen argumento señalar que "los tiempos eran distintos". Añade que uno "tiene derecho a equivocarse" y rectificar luego.
Pero nunca trate de ocultar lo que muchos saben...
Decían algunos viejos en el Parque Cervantes de David, hace muchos años, que "no es malo equivocarse, sino seguir equivocándose".
Además hay que tener en cuenta, que luego de veintiún años de dictadura militar en Panamá, hay muchos sensibles con eso de la libertad de expresión.
Por eso la censura del Tribunal Electoral a algunas cuñas políticas causó tanto rechazo en sectores democráticos.
Por supuesto que nadie respalda la chabacanería, los insultos disimulados, palabras ofensivas, etc. Pero eso no significa limitar la difusión de la verdad, aunque haya ocurrido hace años.
Después de todo, hay una pregunta lógica: ¿habrá cambiado su manera de ser (y pensar) esa persona? Sería bueno saber si se arrepiente de lo que hizo mal, o ¿todavía sigue pensando igual?