Muchos no lo creen, pero el consumo regular de agua es probablemente el pequeño-gran detalle más significativo en la salud de las personas, y la diferencia entre una vida sana y una miserable existencia llena de dolencias físicas crónicas.
El agua constituye alrededor del 60% del peso corporal en los hombres y cerca del 50% en las mujeres. Hay muchos líquidos comerciales que tal vez sean más agradables al paladar, pero no hay sustitutos para un vaso de agua fresca. Si no queremos sufrir de problemas en los riñones, hígado, piel y sangre, mejor es que comencemos a tomarnos nuestros 8 vasos diarios de agua.
Tan solo lea algunos de los síntomas relacionados con la deshidratación, y analice si padece de ellos: Sed, sequedad de las mucosas y de la piel, sensación de ardor y acidez gástrica, somnolencia y fatigabilidad extrema. Si estamos muy deshidratados: ojos hundidos, pulso acelerado, descenso de la tensión arterial, fiebre, y retención de líquidos.
Como consecuencia de no tomar agua, podríamos padecer de estreñimiento y más problemas articulares y tendinosos, la piel puede parecer más arrugada y la orina la expulsemos más concentrada y densa, lo que favorece la formación de cálculos, arenillas y hasta infecciones urinarias.
¿Ve todas las consecuencias negativas por no hacer algo tan sencillo como tomar agua? Lo peor es que el agua sale de los grifos de nuestras casas en las cantidades que nosotros queramos, a diferencia de las chichas, sodas y bebidas alcohólicas, que tenemos que comprar por envase en una tienda. Y de hecho, es un craso error pensar que podemos aplacar la deshidratación con una cerveza o un trago de alcohol.
El agua no engorda, es barata y es un elemento que mantiene regulada nuestra temperatura y limpia nuestro cuerpo de toxinas. Cero excusas, infinitos beneficios.