Casi se podría decir que era más viejo que la fundación del corregimiento de Juan Díaz, dijo María Lorenzo con respecto al viejo árbol de mango que la mañana de ayer, fue talado por SINAPROC.
La señora de 75 años -quien es oriunda del distrito de Penonomé, en Coclé- recordó con un sorbo de humor que se cansó de comer mangos "teta". A tal punto que para las finales ni lo comía.
En 1964, cuando la señora Lorenzo se mudo a calle VI, Juan Díaz ese árbol ya era una majestuosidad copado de hojas e incluso opaca el viejo casero Villa María donde en la actualidad vive la descendiente de la familia del cholo Víctoriano Lorenzo.
Manuel Chava q.e.p.d fue la persona que sembró el árbol y a diario se le veía pelear con los muchos porque se comían los mangos sin su autorización. Cuando eso él ya era un anciano.
El corregimiento de Juan Díaz fue fundado el 14 de agosto de 1913.
Danelis Escobar quien tiene 19 meses de vivir en la casa E-23, ubicada a dos metros del árbol, contó que gestionó con el personal de SINAPROC para que derribaran el árbol ya que temía porque un día llegara del trabajo y no encontrara su domicilio edificado.
Pues su miedo se debía a que el árbol estaba en el ocaso de la vida; sin hojas con un color pardo a veces y otras veces gris y como tiene dos niños de 6 y 9 años.
Cuando llovía, el temor de Escobar se acrecentaba. Tenía presente que el árbol de papaya se había caído con esta tempestades.
Ante esa lamentable situación el personal de SINAPROC llegó desde las 10: 00 de la mañana, con motosierras, casos y el ya tradicional color naranja fosforescente y entre gritos y coordinaciones poco a poco fueron echando a bajo el árbol.
Las ramas más grandes y pesadas fueron las últimas en se derribadas.
Miradas melancólicas había entre los adultos en tanto que entre los más jóvenes los gestos de alegría y hasta de saltos eran llevados de la mano en respuesta al evento poco habitual.
Se espera que la vida de los árboles sea similar a la de los humanos. Y en eso hay algo de metáfora ya que al igual que este viejo árbol un buen día dejaremos de existir ya sea por una abrupta interrupción o porque el motor se apago.